viernes, 11 de diciembre de 2009

A nosotros nos ha tocado la misión de asistir al crepúsculo de la piedad.

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Reescribir viejas historias tratando de que sigan iguales a lo que fueron es una benévola utopía literaria, más benévola en todo caso que la esperanza de inventar siempre algo nuevo. Una ilusión suplementaria podría hacernos pensar que al reescribir los relatos que concebimos en el pasado volvemos a ser los que fuimos en el momento de escribirlos.
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R.P.
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