.
Everyday is a good day to remember Dublin town.
If ever you go to Dublin town
in a hundred years or so
inquire for me in Baggot Street
and what I was like to know.
P. K.
.
-
Hará dos sábados escuché el himno nacional del Uruguay por primera vez. Un amigo de villa crespo me había dicho de ver a Viglietti, aquel cantautor que apresaron los militares y que liberaron Sartre y Cortázar, que se había venido a Buenos Aires por unos días. No sé bien quien pasó el dato (creo que una chica seguidora de José Martí y del PSUV) pero nos encontramos en una escuela primaria en Almagro, un edificio de los cuarenta sobre Guardiavieja. Adentro, se preparaban los oradores del Frente Amplio –cinco senadores- y de público esperaban unos ciento y pico de orientales expatriados que residen en Buenos Aires. Por esa razón y Viglietti estaban ahí. Nosotros por Viglietti; lo demás vino de yapa o epílogo. Yo no pensé que en una escuelita como aquella pudiera organizarse un acto así (lo asocié, sinceramente, al tamaño de Uruguay, a la reticencia del PRO sobre ofrecer un lugar más apto). Unos cien quedaron en la calle por asuntos de capacidad.
En el acto me enteré que en octubre se realiza un plebiscito que va a determinar si los uruguayos emigrantes pueden votar desde el exterior, vía postal. Hasta ese sábado no supe que los 650000 ciudadanos de Uruguay que residen puertas afuera –15% de la población- deben pisar madre tierra si gustan de ejercer el derecho al voto. Leyó una declaración al respecto un poeta que no conozco, y habló también, labia y senil, el presidente del Frente Amplio. Socialdemócrata y emotivo: entonces tronó el himno que compusieron Blas Parera y López y Planes (a Parera le habían dicho que de no hacerlo lo fusilarían) y después el himno oriental, que viene a ser una opereta estridente que repite tres consignas una y otra vez. También es el himno nacional más largo en duración. Orientales la patria o la tumba, dice. Es el voto que el alma pronuncia y que heroicos sabremos cumplir, repite. Esto se cumpliría en caso de ganar el SÍ a la reforma del modus de voto. En casos así (me dijo mi amigo el ruso) cantar La Intenacional supera cualquier tipo de trastornos o demoras: se rematan dos temas con un solo himno.
Al rato subió el mismísimo Viglietti, que estuvo de diez. Se le ocurrió dividir la lista en dos listas iguales, cosa que entraran los de la calle en reemplazo de los que estábamos. Algo así como socializar la música o, en términos del imaginario progresista, redistribuirla. Cantó una chacarera de Yupanqui y cerró desalambrando.
.
.
La primera que lanza: "Tanto demócratas como republicanos entienden que estoy abierto a nuevas ideas, que no somos rígidos o demasiado ideologizados por este tema, pero que intentamos que esté listo este año."
-
Hace unos días, volviendo a casa, pasé por Venezuela al 400. Hoy me enteré que pusieron en venta esa casona donde Baresford firmó su rendición en 1807. La casa perteneció a Liniers, y la valuaron en dos palos y medio. Al mejor postor.
Ahora bien, lo que pueda llegar a decirse al respecto no deja de estar subyugado a ciertos valores, cierto posicionamiento moralista. Al mejor postor significa que la casa, que encierra entre sus ladrillos una significación muy importante, al menos para la historia oficial, puede ser comprada por mengano, un capitalista amigo del negocio inmobiliario, y ser volada al buen carajo. Y de ser así, lo que restaría de ese francés realista que arrió mil quinientos ingleses, y que fue por unos años la cabeza del Virreinato del Río de la Plata, se reducirá al Archivo Histórico Nacional, a la memoria construida por la ilusión historiográfica.
No es curioso que haciendo alarde de sensiblería patriótica, asomen, hablando de ladrillos, problemas fundamentalmente políticos que también incumben, entre muchas, muchas cosas, a la fisonomía de Buenos Aires. Aquella Ciudad Vista que describe Sarlo es el resultado de dinámicas encontradas y confrontadas de distintas comunidades, grupos, clases, que habitan Capital. Y es el resultado de un contenido histórico cuyos rasgos más visibles se encuentran tanto los rostros de sus habitantes como en la ciudad física, en sus edificios. Sobre el césped del Parque Lezama, al parecer, Don Pedro de Mendoza fundó Buenos Aires en 1537 –fundación que fue un fracaso-; a cinco cuadras de lo de Liniers yace la casa de Esteban de Luca, un poeta corajudo que participó de la resistencia de 1807 y decidió ser tragado por el río; de cierto balcón secundario de la Rosada asomaba la jeta Perón para dar misa. Esas cosas no se olvidan, y si no se vivieron se recuerdan igual.
Digo que la posible demolición de la casa –o su transformación en Shopping Center, en Teatro Colón- catapulta un planteo prioritario, que es el de la vivienda. La ciudad vista comienza a descascararse, en primer lugar, ante la incapacidad de garantizar vivienda y dignidad a sus habitantes, y acaba al demolerse su patrimonio arquitectónico para dar avance de las torres de cincuenta pisos -esas que habita el empresariado rico, que no bajan de dos lucas verdes y pico el metro cuadrado. El drástico avance de la nueva fisonomía produce un cambio estructural de la planificación urbana. Y esto es típico de las capitales de países en vías de desarrollo. La nominación refiere al desarrollo de un sector recortado, que representan las torres de Microsoft o Master Card, y al estancamiento de otro que cae en pedazos, como las casonas históricas, los blocks de Soldati, las escuelas y las universidades. Me acuerdo de la fotografía que ilustra la contratapa de Orientalismo, de Edward Said, editada por De Bolsillo. Por mi parte, yo describiría el paisaje desde su fundamento estético tercermundista, algo así como un brutalismo neoliberal: el hormigón está ahí, tan visible como la estructura social: al lado de la favella monumental se levanta el Hilton. Y la pantomima culmina con el puñal antiturístico: Buenos Aires no tiene playas, como las de Río, tampoco plátanos creciendo en las veredas, como en otro país bananero y centroamericano.
El avance del brutalismo macrista –y kirchnerista-, en términos arquitectónicos, modifica la ciudad vista, la deforma, repite aquella violación que describe Osvaldo Lamborghini en uno de sus mejores cuentos. Poco hizo el gobierno de los Kirchner para desarrollar planes progresivos de construcción de viviendas. El gobierno de Macri no invierte un peso en el asunto, se caga en su propia plataforma electoral. Hacia el 20 de marzo de este año la gestión del PRO anunció la reducción del presupuesto del Instituto de la Vivienda de 519 a 120 millones de pesos. La ciudad muta, los pobladores desalojados por las patrullas metropolitanas se vuelcan a las villas miseria, se vuelven parte de esos 400000 villeritos que habitan la ciudad. Y esta metamorfosis que deviene las aguafuertes porteñas de Arlt en archivos históricos, responde al interés malotrué del capital especulativo. La burguesía nacional combina pizza con champagne, no piensa en Haussmann. No es filantrópica, mucho menos humanista. Renueva los anhelos de Le Corbusier bajo el sesgo de la mediocridad gentilhombre y la desigualdad estructural. Su plan de urbanización es fundamentalmente instrumental. La burguesía nacional es ignorante, bruta, viva y desvergonzada. Si uno de estos bacanes se hiciera de la casa de Venezuela al 400, acaso el virrey Liniers deba mudarse a la 31 bis.
-
Vientos de guerra comienzan a soplar...
Hugo Chávez
1. El presidente Manuel Zelaya no organizó ningún referéndum. En este sentido, no dio un solo paso sobre lo que establece la constitución hondureña. Zelaya no hubiese renovado su mandato tras el 27 de enero de 2010. La consulta de la “cuarta urna” refería a una práctica electoral informal a realizarse en las (antes) próximas presidenciales, aquellas elecciones a las que Zelaya no hubiese podido presentarse como candidato. Es decir que refería a una suerte de encuesta.
2. Aunque así lo previera la constitución hondureña, las posibilidades de Zelaya para presentarse como candidato a renovar la presidencia habrían sido notablemente reducidas por un detalle: Zelaya, como todo político, es/era respaldado por un aparato partidario. En este caso, hablamos del Partido Liberal, partido político del cual es miembro el mismo Micheletti. La ruptura para con varios sectores de la alta burguesía hondureña le habría valido, pues, una interna contra los cuadros de ésta misma. Recordemos que Zelaya es algo así como un terrateniente caudillezco, un hijo rebelde de la derecha centroamericana que optó por reducir los precios del combustible, aumentar el salario de los empleados públicos en un 50% y alinearse tras el capitalismo de estado nacionalista de Chávez, eso que Mario Vargas Llosa denomina “una pequeña dictadura populista enfeudada al caudillo venezolano”.
3. Cabe destacar, dicho sea de paso, el contexto peculiar en el que se constituye la carta magna de Honduras (otro pico de un proceso generalizado en América Latina). La misma fue promulgada en 1982, bajo el mando de Roberto Córdova, quien ganara unas elecciones de dudosa credibilidad tras la oleada de golpes de Estado que habían sacudido este país, y quien también comenzara, desde la palestra del ejecutivo, con un proceso de “purga” que incluyó la aparición de “escuadrones de la muerte” y la desaparición de militantes de izquierda. Es decir, que la constitución violada por aquellos que encañonaron a Zelaya en pijamas, expatriándolo a pesar de que “ningún hondureño podrá ser expatriado ni entregado a un Estado extranjero” (Art. 102) y presentando una falsa carta de renuncia ante el parlamento, también es obra de un gobierno represivo y derechista.
4. Aquellos argumentos que resaltan el acercamiento de Zelaya al chavismo como motivo suficiente para su desposición, soslayando el golpe militar como exabrupto moralmente legítimo, son propios de los cuadros de la derecha continental que abogan por la restitución de un orden que privilegie los intereses del empresariado transnacional y de las “oligarquías locales”. Estas declaraciones se enmarcan en la misma lógica que justifica los medios por el fin, pudiendo considerar también como legítimos la insurrección armada y violenta de un foco de cuadros político-militares, cada cual desde su posicionamiento de clase o sector. Es decir que incurren más allá del lineamiento socialdemócrata, para alinearse tras lo que podríamos llamar una derecha golpista y militarista funcional a la política exterior norteamericana (veremos esto más adelante).
5. La versión que enfatiza una desestabilización del orden político por una contradicción de intereses de clases y sectores, así como un acto que proyecta un nuevo escenario continental, es mucho más clara que la teoría de “dos demonios” que predominó en los grandes medios (El País, La Nación, Liberation, entre otros). Ésta última resulta ingenua y descontextualizada al proceso político regional en el que se inscribe Honduras, además de valorizar por igual la suscripción de Honduras al ALBA con el cometido de un golpe militar.
6. La alternativa planteada por el presidente de Costa Rica, Óscar Arias, (Acuerdo de San José) sentenciaría la destitución de Zelaya del ejercicio del poder real. Por lo tanto, no podría considerársela más que una prolongación de los fines del golpe. La medida fue rechazada por el gabinete de Micheletti, así como lo fue la mediación de la OEA. Cualquiera de éstas alternativas consensúales parecen no significar más que una salida contraria a los intereses populares de Honduras o, en menor medida, una prolongación del tiempo necesario para que el gobierno militar asiente su fuerza política en el país. La negación de Micheletti significa uno de los varios puntos a tratar entre la burguesía local y los sectores externos que apoyan al golpe. Este tipo de disyunción entre agentes interiores y exteriores es reparable, y por lo tanto secundario.
7. El gobierno de los Estados Unidos y su presidente afroamericano, símbolo del progresismo liberal de estos últimos meses, posee más herramientas políticas para desestabilizar el gobierno golpista que cualquier otra organización de Estados. Esto sin siquiera pensar en la intervención armada. En las elecciones del Salvador de 2004, por ejemplo, bastó que el entonces presidente G. W. Bush amenazara con interrumpir los envíos de dinero de los inmigrantes salvadoreños a su país de origen, además de advertir a los capitales estadounidenses sobre el eventual abandono del país, para que el candidato Chafik Handal, del FMLN, perdiera el caudal de votos que le hubiesen valido la presidencia. Aquello que “Obama podría hacer”, en un marco de situaciones hipotéticas no reales, es especificado por Atilio Borón en su blog.
Es posible, entonces, considerar que el golpe de estado en Honduras refleja la proyección continental de un proceso político en formación. En un contexto de crisis económica y militar de la principal potencia occidental, no es extraño que recrudezcan los enfrentamientos entre aquellas fuerzas de intereses contradictorios. Esto mismo porque, si bien los gobiernos de Chávez y otros no establecen más que diferencias superestructurales para con otros países, éstos mismos constituyen el impedimento real para reestablecer las medidas similares a las que acostumbramos gran parte del siglo pasado. La implementación de relaciones funcionales al capital transnacional y financiero a las que subyaga una mano de obra devaluada y la concentración del poder económico sobre un mercado cautivo, así como ocurriese entre Felipe Calderón y Obama (por no hablar de Álvaro Uribe) entra en conflicto con los programas del ALBA. Esto ocurre a pesar de posibilidades de dominación consensuadas: el establecimiento de un “Plan Colombia” a nivel regional es imposible en este marco. Los intereses que pueda tener Estados Unidos sobre regiones estratégicas, pues, están muy por encima del tipo relaciones que podrían pactar, por ejemplo, los gobiernos de Venezuela y España. Se recordará la voz que el rey tuvo en la UE a pedido de condenar el golpe en Honduras. Esto ocurre después de la firma de grandes contratos de obras públicas entre Zapatero y Chávez, por no hablar de las concesiones al grupo Repsol para la explotación de petróleo en el Orinoco.
El golpe puede ser visto, entonces, como un acto político de similar significación a la que pudiera tener el establecimiento bases militares norteamericanas en Colombia, allá cerca de Venezuela, cerca del bastión del ALBA y de la cuenca petrolífera más grande del mundo. Como señaló el portavoz del Departamento de Estado de EEUU, Philip Crowley, la salida en Honduras funcional al orden que pregona Uribe en su gira continental (con vista principal a Brasil) es la de la restitución de Zelaya tal como señalé en el punto 6. Es decir, siempre y cuando se “siga cuidadosamente los pasos delineados en el Acuerdo de San José”. Acaso lo que haya querido decir Crowley es que el objetivo primero, anular cualquier fuerza política dominante que se alinee con Chávez, ha sido alcanzado. Lo que resta es calmar los humos de una gran cantidad de hondureños, la radicalización de esa amenaza histórica para las clases dominantes.
.
-
(...)
Berenguer (A Juan.): ¡Tienes fuerza!
Juan: Sí, tengo fuerza; tengo fuerza por varias razones. Primera: tengo fuerza porque tengo fuerza y después tengo fuerza porque tengo fuerza moral. Tengo también fuerza porque no estoy alcoholizado. No quiero molestarte, amigo querido, pero debo decirte que lo que pesa, en realidad, es el alcohol.
El Lógico (Al Caballero anciano.): ¡He aquí, pues, un silogismo ejemplar! El gato tiene cuatro patas. Isidoro y Fricot tienen cada uno cuatro patas. Ergo, Isidoro y Fricot son gatos.
El Caballero (Al Lógico.): Mi perro también tiene cuatro patas.
El Lógico (Al Caballero.): Entonces, es un gato.
Berenguer (A Juan.): Yo apenas tengo fuerza para vivir. Acaso ya no tengo deseo de seguir viviendo.
E. I., El Rinoceronte
-