miércoles, 16 de septiembre de 2009

rock n' hoz

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Hace un par de semanas conocí a un militante trotskista absolutamente convencido del carácter revolucionario del mayo 68. En la charla me decía que el movimiento se caracterizaba por sus prácticas, que plantear el debate a partir de perspectivas objetivistas era un amague al contexto, una postura idealista. Yo resistí firmemente; le hablé de las aventuras de Cohn-Bendit, de los aburridos de Nanterre. Si fue revolucionario, le dije, fue por la explosión de la huelga general. Los demás eran estudiantes. Ningún estudiante que prende fuego un Citroen es por default –esa palabra que me gusta tanto- un revolucionario. Es un estudiante con ideas, con furia. Después de la elección de De Gaulle, el tipo vuelve a clases. Como en ese momento no estaba muy convencido de lo que decía, y habíamos tomado linde buena cantidad de vino, afirmé que el error acaso era epistemológico, que pasaba por caracterizar un movimiento como totalidad. Un movimiento revolucionario, le dije, pero vaya adversidades. Me respondió que en ese sentido el único movimiento revolucionario europeo fue el de Lenin. Yo arremetí que en Sorbonne I no estaba planteada la toma del poder político como eje central. ¿Duelo de historiadores empedados? ¿Una chacarera de fondo y peña estudiantil? Después me habló de Jimmy Hendrix y Joe Strummer; expuso una conexión sintomática entre el rock n’ roll y la causa proletaria.
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