lunes, 7 de septiembre de 2009

terrabusi


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Mediodía de sábado, semi-rápido hasta escobar. El micro línea 60 deja plaza italia, sigue avenida santa fé, atraviesa belgrano. Después de capital, los paisajes altenan de a poco: barrios de casonas o chozas, plantas industriales, telos de ruta. Algunos pasajes de zona norte me recuerdan a un suburbio del sureste de Dublin que se hizo en tiempos del celtic tiger de Mary Robinson: avenidas anchas, shoppings de manzanas enteras, edificios chatos y desnudos como los de Puerto Madero. Pasa el semi-rápido por estas avenidas, sigue panamericana hasta el ojo de Ford. A esa altura se levantan fábricas monumentales, realmente grandes. Y entre estos galpones también está Kraft-Food, que antes era Terrabusi, donde unos dos mil obreros fabrican galletitas y otros comestibles. Leo "Kraft-Food" y pienso "acá está la fábrica donde despidieron a 160 trabajadores hace unas semanas". Y es que hace unas semanas fueron despedidos unos 160 trabajadores, así nomás, de una. Pero lo más interesante no resulta de un despido de 160 tipos, como si fueran fichas, sino de la inclusión de toda la comisión interna y cuerpo de delegados de la fábrica entre los cesanteados. Así nomás, de una, también se decicieron de todos los representantes obreros elegidos por los obreros.

(El asunto llegó a los medios como nota al paso, a partir de los cortes de panamericana que emprendieron los trabajadores. Quiere decir que no trascendió por el hecho de la limpieza de delegados, tampoco del despido masivo, sino como interrupción del tránsito como consecuencia de una interna fabril que incluía muchos despidos. Así lo expuso más o menos La Nación, o así lo entendieron sus lectores. Ocurrió que después de varios cortes y reclamos, el Ministerio de Trabajo dictó una conciliación obligatoria. Aún así la patronal no reasignó tareas.)

Mañana del lunes, últimas nuevas de Página 12. Me entero que los trabajadores cesanteados de Kraft-Food intentaron volver a sus puestos de trabajo, tal como lo indicó el ministerio. Esto en el inicio del primer turno, a eso de las seis. Pero no pudieron cumplir ni con el mandato del Estado, porque a la fábrica la rodeaban y ocupaban muchos, demasiados policías. Esto es, fuerzas represivas del mismo Estado. Digo represivas no solo por caracterización sociológica, sino porque ni bien entraron los trabajadores a trabajar, la policía arremetió con una balacera de goma y gases lacrimógenos. Comentó Ramón Bogado, de la comisión interna, que "los policías reprimieron con gases lacrimógenos y balas de goma tanto a los familiares que estaban fuera de la planta como a los obreros que se encontraban en el interior".
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